En cada pieza, se conjugan belleza, tradición indígena y valor
Primero pongo el corazón y después las manos.
Alejandro Huacuja
Sobre la carretera pavimentada rumbo al pueblo carpintero de Cuanajo en Michoacán, me veo rodeada por cerros. Los verdes bosques de pino que recuerdo de mi infancia han dado paso a cerros del color de la tierra y con filas sembradas de un tipo de árbol que desconozco. Solo queda la cúspide cubierta por pinos. Me intriga.
Vinimos a pedirle a Alejandro Huacuja, fundador hace ocho años de la marca de muebles artesanales Aleva, que repare tres sillas de cedro rojo herencia de mi madre. En Morelia, vimos una muestra del trabajo de este artesano purépecha de 41 años y nos cautivó.
Alejandro no elabora los muebles típicos de Cuanajo. Aquellos trasteros, cómodas y baúles en pino y con motivos florales tallados con la técnica de uña. ¿De dónde proviene esta tradición?
Vasco de Quiroga asignó a los pueblos purépechas de Michoacán un oficio a cada uno y entrenamiento para aprenderlo, del cual siguen viviendo hasta ahora*. A Cuanajo le asignó la carpintería. No existía la electricidad y se usó la gurbia para decorar el mueble con el tallado de uña. El abogado en derecho canónico Vasco de Quiroga fue designado como visitador de Michoacán por el rey español Carlos I en 1533 y luego, obispo del estado, en 1537.
Alejandro nos recibe en la amplia sala de exhibición de Aleva, contigua al taller. Pintada de blanco, en ella resalta la colorida tapicería de algunos muebles. Pero, además, destacan lienzos, fotografías y videos proyectados en una pantalla sobre la cosmovisión purépecha. También las luchas que ha sorteado la comunidad indígena hasta estos días para defender su territorio y los árboles de sus bosques, lo cuales son sagrados para los purépechas.
Alejandro me cuenta: “cuando mi abuelo tenía que ir por un árbol al bosque, esperaba a que la luna estuviera llena. Ese día, me llevaba y cuando estaba al frente del bosque, en silencio mi abuelo pedía permiso para entrar en él. Elegía cuidadosamente el árbol y previo a derribarlo, hacía el ritual del árbol: con su mano derecha, lo tocaba inclinándose y en silencio le pedía permiso, le agradecía y, por último, pedía perdón”. Siento la veneración purépecha por sus bosques y que me pregunto por su desaparición casi total en los cerros aledaños.
Por generaciones, su familia se dedicó a fabricar sillas y utensilios de cocina en pino para llevar al trueque. “Cuando yo era niño, a mi padre le pagaron una deuda con un camión cargado de madera parota”, me dice. Su padre se molestó al verla, ¿qué haría con toda esa madera cuya existencia desconocía hasta ahora? Sin embargo, supo que era momento de cobrar la deuda o no sería nunca. Lo que no sabía es que la llegada de la parota ayudaría a Cuanajo a lidiar con la amenaza de principios del siglo XXI. Diez años después de aquel cargamento, su padre, Ignacio Valencia Ángel, aprendió a trabajar la parota con la ayuda de un ebanista que llegó de Pátzcuaro a pedirle trabajo. Ahí cambiaron el destino de Alejandro y el panorama de los muebles de madera hechos en Cuanajo: más colores, más tipos de piezas y otros acabados.
Respecto al destino de Alejandro, gracias a los muebles de parota que fabricó y vendió su padre, los ingresos familiares finalmente incrementaron y Alejandro pudo estudiar ingeniería en el Tecnológico de Monterrey, campus Toluca y Querétaro. La educación superior le ayudó a organizar sus ideas de diseño y a ampliar su conocimiento empresarial, el cual comenzó a adquirir en el taller de su padre, que llegó a tener 80 trabajadores.
Alejandro cambió la fabricación de sillas tradicionales en pino de Cuanajo a sillas arte-objeto de parota inspiradas en la cosmovisión purépecha y en las utilizadas por los gobernantes y sacerdotes. Son bajas, para estar en contacto con la tierra, y la parte superior de su respaldo representa la fertilidad: el círculo representa el útero de la mujer y los dos arcos, los testículos del hombre.
Alejandro es un enamorado de la madera. Lo confirmo al preguntarle qué es lo que más le gusta del proceso que inicia al recibir un trozo de la materia prima hasta entregar la pieza al cliente. “Lo que más disfruto es tocar la madera, sortear sus grietas, respirar su suave olor. Yo diseño los muebles sobre los trozos de madera y fabrico algunos de ellos. Cada mueble tiene alma porque le transmito la mía. No fabricamos en serie”. Deja que la parota repose verticalmente por dos años a la intemperie. La lluvia hace que expulse su resina y no se tuerza cuando ya es mueble.
El aprendizaje del papá de Alejandro a trabajar la parota no solo cambió el destino de Alejandro, sino que también amplió el panorama de los muebles hechos en Cuanajo. Cambiaron los colores, para empezar. La parota no es de color blanco amarillento, como el pino, sino color marrón.
La parota proviene del árbol tropical ojera de elefante que crece desde México en los estados de Guerrero, Chiapas y Veracruz hasta el norte de Venezuela y de Brasil. Es resistente a los animales xilófagos debido a su dureza. Así que el tallado de uña tradicional de Cuanajo, que no encuentra resistencia en la suave madera de pino, no encuentra cabida en la parota. ¿Qué acabados o decoraciones emplear? Qué tal tapicería y abrir el abanico de piezas a salas y comedores. Alejandro emplea tapicería con iconografía inspirada en varios pueblos indígenas de México. Alguna es hecha en lana en telar de cintura en Cuanajo y en los pueblos a la redonda. La usa para decorar ciertos detalles, pues son telas delicadas. Para el uso rudo, emplea telas diseñadas por la artesana Cristina Orozco Cuevas, desde ciudad de México, y manufacturadas en Italia en 50% algodón y 50% poliéster.
En Cuanajo se trabaja la parota además del pino en parte debido al legado del padre de Alejandro. También a causa de la amenaza que la comunidad enfrenta desde principios del siglo XXI: los intereses externos por adueñarse a como dé lugar de sus bosques y explotar su madera y sus tierras. “Entonces, llegaron a talar el bosque en los cerros a la redonda y sembraron árboles de aguacates”**, le digo y Alejandro asiente. Como en la época de la conquista, el pueblo purépecha nuevamente se enfrenta a defender su territorio. Así que en los muebles en Cuanajo, sean de pino, de parota o de cualquier madera, se conjugan belleza, tradiciones indígenas y valor para perseverar.
Y a todo esto, ¿cómo quedaron las sillas que le llevamos?
* Algunos ejemplos de los oficios que asignó Vasco de Quiroga a otros pueblos purépechas son la elaboración de lacas a Uruapan, alfarería en barro rojo a Capula y textiles a Pátzcuaro.
**La tala clandestina ocurre por todo México, incluida la capital del país https://www.unotv.com/estados/ciudad-de-mexico/tala-clandestina-en-cdmx-unotv-ingresa-a-zona-control
Conoce la carpintería en Temozón, Yucatán, México.
Carla Pascual es autora de Descubrirme en Qatar, libro autobiográfico, y el primero escrito en español y que ofrece la mirada de una latinoamericana sobre la cultura árabe musulmana, pues las narrativas sobre Arabia usualmente provienen de EUA y de Europa.
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