Yucatán no solo es tradición gastronómica y textil
Entro al taller de carpintería en Temozón, Yucatán, con el ruido de la sierra y el olor al aserrín que produce. Me recibe Ismael Balam Tuyu, su dueño, a quien llamo Maestro. Luego de que me fabricó unos bellos muebles de madera de tzalam, quise saber más sobre él y le pedí que me invitara a su taller.
Más allá de la tradición culinaria de Yucatán que nos hace salivar con su cochinita pibil y sopa de lima, por decir lo menos, también hay tradición carpintera desde los años 1950, ahí en Temozón, donde nació Ismael. Desde niño, le gustaron las matemáticas y mientras trabajaba la tierra con su padre para lograr la supervivencia de la familia, se preparó para acudir a concursos. Compitió en la ciudad cercana de Valladolid y pasó al concurso de Mérida; con todo, la falta de recursos económicos le impidió realizar el viaje. Pero la vida sabe más que uno y en algún momento nos brinda la oportunidad de hacer lo que nos gusta de una manera que no se nos hubiera ocurrido e, incluso, mejor.
A sus 13 años, se mudó a Cancún con uno de sus tíos para trabajar en la construcción. Hizo de ayudante de albañil, pintor, soldador, maestro de obras hasta hacerse contratista. Ismael estaba rodeado de algo más que materiales para la construcción. La vida le respondió, estaba rodeado de lo que más le gustaba, las matemáticas: en los planos que aprendió a leer, en los trazos y cálculos constructivos que aprendió a hacer y, desde luego, en las cuentas para administrar el dinero.
Cuando aún era albañil, regresó a Temozón por un tiempo y trabajó en una carpintería. Ahí el oficio lo llamó para transformar con sus manos la materia orgánica, colorida y versátil que es la madera de tzalam y de cedro que crecen en la selva de la Península de Yucatán. Su salario no se comparaba con el que recibía en Cancún, así que se regresó. Pero Ismael ya había sido escogido por su herencia maya. Su apellido Balam significa jaguar. Ismael vive a unos kilómetros de la zona arqueológica Ek-Balam, cuyo edificio Acrópolis me sorprendió por las fauces de un jaguar y bellos relieves de guerreros maya esculpidos. El arte revivió en Ismael y se manifestaría en la carpintería. Además, ek-balam se traduce como lucero-jaguar por los hablantes de mayas de la zona, como el maestro Ismael. Entonces, surgió un lucero de anhelo que Ismael no veía, pero que lo siguió: abrir su taller de carpintería en Temozón.
Casi 20 años después de su llegada, decidió dejar Cancún acompañado de su esposa y tres hijos, luego de que un vecino amaneciera asesinado en la madrugada, hora a la que él salía diariamente a trabajar. Tenía suficiente dinero ahorrado, Ismael se percató de aquel lucero de anhelo, brilló más que nunca, había llegado el momento de montar el taller de carpintería en Temozón. Compró el terreno de su abuelo, levantó el taller e instaló maquinaria para trabajar bajo pedido. Todo listo. ¿Y los clientes? Salió al día siguiente a Tulum por primera vez, había oído que estaba creciendo. Consiguió una obra en la que incluyó la carpintería y desde ahí se aclientó como carpintero.
Casi 20 años después, previo a la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, contaba con 50 trabajadores. Esto no solo habla de su éxito, sino de que en Temozón continúa la tradición de la carpintería, aunque los hijos de Ismael no tengan ese llamado.
A diferencia de otros talleres en la que dividen el proceso de fabricación del mueble entre varios carpinteros, en su taller, los carpinteros fabrican la pieza completa: leen los planos o ven las fotos, eligen la madera adecuada del inventario con el que cuenta Ismael, hacen los cortes, arman el mueble y lo tratan con químicos antitermitas para finalmente entregarla a los pintores para que reciba el acabado. El enfoque artesanal hace que el carpintero se involucre con la pieza, se dedique a ella porque quiere verla terminada, sirviendo, como una puerta instalada que abre y cierra, o decorando el espacio, como una mesa espléndida.
¿Qué sigue? Años atrás Ismael tuvo su propio sembradío de tzalam y cedro, pero se vio obligado a venderlo para cubrir gastos de salud. No quita el dedo del renglón y espera invertir nuevamente en ello.
Me despido de él y me percato que, más que ser contratista y carpintero, Ismael es un empresario, cuya habilidad matemática lo llevó a darle forma al llamado de la carpintería y del arte que recibió de su herencia maya en su juventud. Las matemáticas materializaron el lucero de anhelo que lo siguió por 20 años en el taller que dirige. Desde ahí, él y sus trabajadores nos regalan su talento artesanal.
En Temozón, existen carpinterías con muebles en exhibición para comprar. Prepara tu visita: http://temozon.blogspot.com/
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Carla Pascual es autora de Descubrirme en Qatar, libro autobiográfico, y el primero escrito en español y que ofrece la mirada de una latinoamericana sobre la cultura árabe musulmana, pues las narrativas sobre Arabia usualmente provienen de EUA y de Europa.
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